Cuando no queda nada por decir, me acomodo en la vieja poltrona del cuarto y me pongo a contar con los dedos de los pies a cuántos metros estoy del cielo; y alzo los brazos para alcanzarlo, pero como no he comido la porción extra delcereal que me hace extra-elástica me conformo con mirar su (¿?) rostro impreso como sello de agua en la cara más redonda de la (ojalá) nunca a dieta de mi amiga la-Luna.
Y cuando no me queda más luna que mirar me estiro en esa misma vieja poltrona cual gato perezoso, me pongo a contar a mis amigos imaginarios que marchan bajo el sofa del salón y me quedo pensando que tengo que escribir o hablar porque luego ellos se me trepan en la espalda como perfectos liliputs y yo no podré escapar más.
1 comentario:
"..me pongo a contar con los dedos de los pies a cuántos metros estoy del cielo..), tu contemplación es prodigiosa y esta frase me puede..muy abarcadora desde el sofá del salón y tus amigos que pasan debajo y.. (buen día)
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