25 de abril de 2008

formateada

una historia casi real


Hola (¿Hola?),

Se vienen palabras duras; palabras sinceras. Ésta primera línea sirve para llenar la bolsa con coraje; para cortar el rostro y dejarlo sin sangre.

Estoy cansada. Harta de ser yo quien te llame cada mañana. Exhausta de esperar el repique (riiing) después de una discusión sin importancia. Idiotizada por tu desentendida forma de llevar esta relación, como sonámbula.

Mis oídos sangran tu silencio. Mis ojos lloran tu indiferencia. Mis pies se agotan en cada paso que no das hacía mí. Soy de carne y hueso. Y es sangre, lo que corre por mis venas. ¿Tenías idea? Yo no.

Cada vez que te esperaba;
Cada vez que callaba;
Cada vez que te llamaba;
Era otra, no era yo.
Era plástico,
era cables y madera,
era virgen...
Era nada.

Hoy intenté ser real. Tú te molestaste. Exigiste que volviera (con ese irritante timbre de voz), pero no entendiste... aún no lo haces. Prefieres la versión robótica que se estimula con una migaja. Una fan enamorada que vive bajo el farol de tu brillo lunar. Una estrellada.

¡Despierta! Esto va de a dos. Ida y vuelta. Se me acaban las historias mientras tú me ignoras con el insistente (y aparentemente inagotable) tip tap de tu teclado. Pedirás, seguro, que comprenda. Eso hago. Es una cuestión de prioridades. Todo subió y yo... yo me deprecié hasta la última línea de la cadena. Oh, no te responsabilizo por ello. Quizá fui yo. Por dejarme ser madera y cables; por no corregir esa visión borrosa que tienes de mí.

Ya no.

No habrán más llamadas. Sé que las tuyas llegarán en unos pocos días. Debo advertirte que no será la misma persona quien atienda. Seré yo: engreída. Me daré mi lugar. Silenciaré a tus demonios y cortaré los hilos, titiretera.

Te necesito. Te quiero; pero, aún más, requiero que tú (tan ideal) me quieras de verdad, sin plástico.

¿Podrás? No sé si sea capaz de manejar todo esto. De repente se me hace mucha información y mi disco duro está casi repleto. Quizá éstas palabras no lleguen a tu bandeja de entrada; o peor aún, vuelen solitas al cajón de correo basura. A pesar de ello, será otra quien responda el teléfono, al tercer repique, si decides llamar.

Te dejo, sólo para poder encontrarte por completo unas páginas más adelante de este libro descuadrado llamado amistad.

Con el cariño de siempre,

Yo.

2 comentarios:

josé lopez romero dijo...

Esta paciencia nuestra que suele acabarse cuando tenemos que ser siempre los primeros en hacer punta y decir te necesito.

Katherine R. Vasquez Tarazona dijo...

Sip..yo cceo que es bueno admiir que o me quda muy ben el raje de la paciencia...
Quien sabe si en otra vida...