Usó una gran cuota de valor para aceptar la idea y lidiar con las consecuencias. Sabía que no podría comunicarse con el mundo externo; que no podía volver contra el tiempo y evitar su trágico fallecimiento. Se sintió aliviada porque no tendría que ir de compras con su hermana para su boda. Incluso rió al recordar lo último que le espetó a su jefe. Una brisa de libertad reconfortó su pequeño mundo negro. No estaba segura de cuántas horas habían transcurrido. Esperaba no estar consciente cuando su cuerpo, otrora bello, comenzara a pudrirse. Criticó la injusta decisión de ponerla en un ataúd cuando ella hubiese escogido la cremación.
Parecían banalidades que cruzaban ríos de escasa profundidad en semejante circunstancia. Sin embargo, ella pensó en la última palabra de amor que pronunció y en la última sonrisa que obsequió. Recordó que antes de entrar al quirófano traía el dije que su madre le regalo al nacer. Ensayó recrearlo y atraerlo físicamente a sí. Y por un breve instánte pudo palpar su rugosidad en sus yemas. Lágrimas se atragantaron en sus cuencas oculares. Claro, no pudieron brotar.
Pensó en la falta de óxigeno y en el exceso de racionalidad. Celebro su último beso y bailo con su primer amor de nuevo. Revivió su primera gran experiencia. Era intenso. Sus vellos se erizaron y sus pechos se endurecieron. Ella no lo planeó así pero en un orgasmo se dejó ir.
3 comentarios:
- Un orgasmo es simbolo de vida. La vida que fluye y se comparte, la simple vida que complicamos porque no nos escuchamos. Besos. Ade
Una escena que lleva a otra lectura, hacía tiempo que no pasaba y celebro estar en medio de tus letras, mi afecto.
Es verdad lo que dices Ade. El orgasmo es el momento cúspide... cuando estamos vivos pero tbn ocurre, en esa lejanía atemporal, una inmensa soledad que nos hace fingir pretender conocer de muerte.
José, muchas gracias por tus comentarios. Realmente los aprecio ciniendo de vos ;)
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