Entre las arrugas de mis sábanas
una imagen cobra vida;
como un viejo puzzle:
veo mi rostro destartalado.
Hay silencio estridente en
mis pupilas
y un aire de fatiga.
En mi cabeza se libra una batalla
en la que el equipo plata lleva la delantera.
Hay arrugas en los surcos de mi piel
empero, es tersa
más que la de un bebé.
No comprendo bien aquel miedo
a las tinieblas; algo sobre caer
en aguas turbias, serenas.
He vivido en mañanas claras al candor de la luna
alborotadas por el ritmo
merenguero de las desencadenadas caderas.
La noche ha sido mi compañera
sólo queda día detrás de la cortina...
sólo un puzzle que vuelve a comenzar
algún día.
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