juego limpio

-"La muchacha tendría que aprender a jugar limpio"- le dijo sin pudor alguno la maestra al padre.
-"Yo entiendo, pero recuerde que sólo es una niña y con lo que le ha pasado... pues es natural que ella no se sienta cómoda con las reglas"- murmuró el inocente padre.
-"¿Trata de justificarla? Con razón ella hace lo que le da la gana. Mire, usted haga lo que le digo. Deje su educación a mi cargo y no se inquiete por divagaciones de este tipo... que para eso venimos equipadas las mujeres"- sentenció la maestra con tal tono que el padre no tuvo más remedio que asentir e ir por su pequeña, llevarla a casa y tratar de asimilar toda esa información acerca de la discriminación parental porque a él siempre le había dado la impresión que, a excepción de parir y amamantar, ambos padres eran capaces de educar eficaz, eficientemente y en igualdad de condiciones a sus crios.
-"Princesita vas a tener que hacerle caso a tu maestra"- dijo el padre acariciándole la melena.
-"Pero papá, mamá siempre decía que no debíamos callar cuando vieramos una injusticia."- contestó ella.
- "¿Crees que mamá tenía razón? Yo creo que ella se equivocó. Por jugar con fuego salió muy mal. Recuerda enana que tu madre fue muy honorable y heroíca y por eso terminó... en el cielo acompañando al tata"- refutó el padre.
- "¿Entonces papá, me dices que no es bueno hacer lo que uno cree? ¿Es mejor callarse y quedarse a salvo? ¿Hurgar secretos y regarlos por doquier pero no alzar la voz por alguien indefenso?- cuestionó la hija.
- "No, claro que no. Pero creo que me da miedo perderte por una injusticia de la vida... por una ironía"- continuó exhausto el padre.
- "Papá, no me vas a perder. Yo siempre voy a estar a tu lado, como también lo está mamá. Pero debes recordar lo que dijo hoy la maestra... hay que aprender a jugar limpio"- le sonrió la hija quien hacía mucho había dejado de ser una niña y ahora cuidaba de él y de su delicado estado... es que él no dejó partir el dolor y ahora es reo en la habitación del recuerdo.