12 de junio de 2011

kathe (en paréntesis)

A petición (sé que debía
ser en A4, pero va a
ser que no).


kathe (en paréntesis)


kt es un personaje de fábula que existe pero que no se sabe real, al menos no todo el tiempo. Le gusta hablar en tercera persona, quizá por lo de ser personaje. Quién sabe.

Antes, no le gustaban las etiquetas hasta que se dio cuenta que eso también era encasillable. De todas formas, eso no le inquieta ni le quita el sueño; ella sabe cómo es, aún sin describirlo.

kt (así en minúsculas y en tipografía especial, de ser posible) es blanco y negro. No ha aprendido lo de los grises... les falta "cuerpo" –dice ella.

Tiene su propio paradigma pero como es suyo no le interesa compartirlo. Tiene que ser poco interesante, copiar su modelo. A ella le sirve y eso es lo que vale.

No canta, salvo cuando baila. No baila, salvo cuando se le mete el ritmo por las venas. No obstante, el ritmo es constante… quizá lo único constante en su vida. Una mañana no comienza sin un poco de sonido, un trayecto (en avión, bus, meto, tren) no se soporta sin el “beat” en las orejas. De noche, camina danzando por las aceras y en la cama, cuando el pacto con Morfeo está bloqueado, la música la lleva a contar historias infinitas que hacen surcos en su almohada.

La muchacha detesta las rutinas. Lleva bien lo de las disciplinas, pero no se angustia al romper las normas. A ella le dijeron que había que portarse bien, así que el único consejo que se atreve dar es el de portarse muy mal. “En la vida hay que experimentar, a menos claro, que prefieras aprender de la observación. Ese arte es tu decisión, lo mío es movimiento”.

Es fanática de los opuestos. Se ríe en exceso. Aparentemente, no le disgusta nada. Quiere mucho y por lo que sé, no odia nada. Es simpática y terriblemente huraña. El humor es fino y principal protagonista de sus días. Sí, es ácido y mórbido pero bien intencionado. Ha roto algún esquema, saliendo siempre de la caja. No le gusta usar pijamas ni chaquetas. Usa gafas de sol sólo cuando éste calienta (muy a pesar de no ver nada con ellas).

Le gusta el mar pero no tanto como el campo. Lo que se la hace indispensable, es el elemento agua. No entiende cómo fue a parar a una ciudad donde el único río está seco.

Anda, y mucho. Se olvida del tiempo, lo que no es muy complicado… nunca usa reloj ni teléfono celular. Es flexible sin lamentarlo. También, usa los cajones. En ellos guarda sus memorias (las de patas largas), sus oscuras emociones y sus resentimientos. Ah! En ellos tiene un lugar especial para su profesionalismo. Lo saca y guarda con impresionante facilidad. Es una de sus facetas.

No comparte las modas pero no las desecha. Le fascina el vino y el buen comer. Lee por placer y cuando es obligado, ejem, digamos que lee en letras pequeñas.

La fotografía es su nueva pasión (dentro de las 2500 que hasta ahora le he conocido). Toma fotos de todo, y muchas veces, por miedo de haberse perdido algo. Luego, las descarga y cuando se hace de tiempo, las edita. Así, uno diría que por su camino pasaron “aliens” y monstruos rojos… pero el blanco-y-negro sigue siendo su mayor preferencia.

Al preguntarle cómo es, ella suele ser evasiva. Dice que la mejor manera de saberlo es con el tiempo (sonríe porque sabe que nadie la conoce igual). La verdad es que es antagonista y colorida. Las líneas le divierten… dice que puede escribir entre ellas.

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