Llueve. No estoy seguro de qué hora es allá afuera. En este cuarto oscuro siempre es de noche. No recuerdo haber sentido un halo de luz con su especial candor cobijar mi mejilla. No al menos en muchos años. Un coche atraviesa la acera con sus luces encendidas. Lo sé por la redondez de su candencia. Es de noche.
Un hilo guinda recorre dócilmente la palma de mi mano derecha. Es frío pero denso. No me he visto el rostro. Debo tener la barba muy crecida. Ya no me daña al sentirla. Sólo puedo imaginar las bolsas negras acumuladas en mis ojos. Las gafas no las recupero más. Recordaré no comprar unas de marca cuando salga.
Fue una voz amiga la que me tiene avergonzado, escurriendo un río tinto como coladera, enganchado a una subrealidad contrera. Sus dientes son tan blancos. Se destacan en este vacío como la luna en el espacio inmenso. Un sujeto en posición privilegiada por el desgaste de mis años.
Te he querido escribir desde el comienzo. Lamento mi debilidad. Quizá haya servido para mejor. Cuántas cometas no hemos alzado juntos. Cuántas velas se apagaron sin el vaho de mi aliento. Cuántas sonrisas se han eclipsado con mi recuerdo. No puedo dejar de pensar en ello.
Oigo pasos que se incrustan en los listones de madera.
Le pertenecían a mi carcelero que ha encontrado una nueva forma de turbarme. Él no les ha dejado de ver. Me ha acariciado la memoria con historias sobre el olor de tus rizos y la risa peculiar de tu madre. Dejaste los juegos por los libros universitarios. Nada tiene sentido en este desierto lunar.
Me he convencido de tatuar en este impuro papel la declaración de mi última victoria. Saldré de aquí. Te voy a susurrar las buenas noche al fin de ésta semana y de todas las demás en tu calendario. Las cartas han sido astutamente jugadas. Me iré y él no conseguirá lo que busca.
Convertiré mi historia en leyenda. No te asustes. Mis pies saldrán por delante, pero mi coraje viajará en aire. El viento ligero de la primavera te transmitirán mis besos. La lluvia borrará toda ésta sangre, que ya no sé de dónde sale.
Una última línea. Recuerda alejarte del dos caras de tu tío Raúl. Ahora que eres grande, puede ir a buscarte. No viajes nunca solo y si alguna vez lo encuentrás en la calle, asegurate de incrustarle el coche en los abdominales.
Buenas noches, luna nueva.
Papá
No hay comentarios.:
Publicar un comentario